Reconectarme con la naturaleza cambió mi vida

Por Donald Martinez, HCLC member.

Unos años después de regresar de mi segundo despliegue en Irak en 2006, me retiraron médicamente del Ejército de los Estados Unidos por lesiones sufridas durante el combate y regresé a mi ciudad natal, Colorado Springs, Colorado. Desde entonces, he trabajado duro para recuperarme y desarrollar las habilidades necesarias para hacer la transición de regreso a la vida civil.

Una gran influencia para ayudarme a encontrar la recuperación ha sido volver a conectarme con la relación que tuve durante mi infancia con las actividades al aire libre. La terapia en la naturaleza, como le llama mucha gente, ha sido fundamental en mi recuperación. Siendo nativo del sur de Colorado, crecer en las montañas me brindó un hogar seguro al que siempre podía ir, un regalo que me transmitió mi madre. Nací en la Academia de la Fuerza Aérea de EE. UU. y me crié en el sur de Colorado. Mi madre y su lado de la familia han vivido durante mucho tiempo en el sur de Colorado y el norte de Nuevo México, lo que me dio la oportunidad de viajar y visitar a mi familia en toda la región. Un dicho popular en mi familia es que no cruzamos la frontera, la frontera nos cruzó a nosotros.

En la escuela secundaria, era parte del Club Ambiental y hacía viajes por todo Colorado en diferentes épocas del año. Desde el esquí de fondo y correr maratones hasta viajes de campamento de una semana con la familia, mis primeros años incluyeron estar siempre conectado con la naturaleza.

Siempre estábamos al aire libre. Acampar era una actividad familiar habitual, pero debo decir que mi favorito era (y sigue siendo) explorar las aguas termales de Colorado. Recuerdo una vez que mi mamá nos llevó a Mount Princeton Hot Springs, y salíamos al arroyo donde el agua fría corría de la montaña. El agua del manantial es caliente, pero cuando se fusiona con el arroyo, se forman esas áreas en el agua las que puedes descansar y relajarte. Esos son algunos de mis recuerdos favoritos de la infancia, la nieve cayendo a nuestro alrededor y nosotros estábamos en nuestros trajes de baño.

Me uní al ejército después de graduarme de la escuela secundaria y comencé mi carrera como miembro de la Guardia Nacional en Nuevo México. Me convertí en servicio activo poco después del 11 de septiembre. Estuve en Irak del 2004 al 2005, y nuevamente en 2006, luego me jubilé médicamente en 2008.


Cuando regresé a Colorado Springs, encontré un programa de PTSD que incorporaba la terapia en la naturaleza en su programa llamado Huts for Vets. Allí llevan a los veteranos a las montañas durante unos días y les brindan una oportunidad increíble en los picos de las montañas cerca de Aspen. El programa se lleva a cabo todos los veranos y atrae a veteranos de todo el país para participar en esta oportunidad única.

Muchos veteranos dicen que estar ejército les quitaba las ganas de acampar, y durante unos cinco o seis años, así también me sentía yo. Mi camino hacia la recuperación ha sido salir de esta zona de confort que he creado desde que me separé del servicio militar y restablecer mi conexión con la madre tierra. Al incluir a mis hijos, no solo puedo encontrar esa reconexión con el aire libre, sino que también puedo transmitir a ellos lo que mi madre me transmitió, mi conexión con la naturaleza. Esto no solo ayuda con mi salud mental y recuperación, sino que también crea recuerdos para toda la vida para mis hijos. Puedo fortalecer mi conexión con los paisajes naturales y se ha convertido en algo en lo que confío para mi salud física, mental y emocional.

La mayor lección que he aprendido con esta práctica es que el tiempo importa. Una excursión puede durar desde dos horas hasta días, y ese tiempo realmente importa. Aprendí que, para mi propia práctica personal, los viajes de tres días con un mínimo de dos noches proporcionan ese equilibrio que necesito. Estar al aire libre, ya sea solo o con un grupo, exponerse a los elementos de la naturales te ayudan a recordar tu humanidad y mantener los pies bien puestos sobre la tierra.

A través de todo esto, aprendí lo importante que es abogar por los paisajes que muchos de nosotros disfrutamos, desde parques nacionales y refugios de vida silvestre hasta parques locales en áreas urbanas. Es por eso que volé a Washington D.C. para abogar por una legislación importante como el Fondo de Conservación de Tierras y Aguas (LWCF, por sus siglas en inglés), que busca  salvaguardar las áreas naturales, las cuencas hidrográficas, y mejorar las oportunidades de recreación al aire libre. La última vez que volé, traje a mi hija mayor conmigo para asegurarme de que entendiera cómo funcionan las cosas en el Capitolio y para que pudiera tener una experiencia de primera mano de lo que es abogar por una política que uno apoya firmemente.

Quiero dejar un legado y enseñarle a mis hijas la importancia esa conexión con la naturaleza es una prioridad para mí. Todos los veranos las llevo a acampar conmigo, y montar caballo es una tradición que han retomado y con la que se han encariñado. Quiero asegurarme de que las generaciones futuras tengan acceso al aire libre, pero eso solo puede suceder si tienen lugares para disfrutar al aire libre. Entonces, seguiré enseñándole a las generaciones más jóvenes que tenemos que cuidar estos lugares para que sigan existiendo, para que podamos seguir disfrutándolos.

A partir del 11 de Noviembre de 2022, los veteranos de las Fuerzas Armadas de EE. UU. y las familias Gold Star pueden obtener un pase gratuito de por vida a más de 400 millones de acres de tierras públicas, incluidos parques nacionales, refugios de vida silvestre y bosques. Para obtener más información, visitar aquí