Los paisajes del Gran Cañón los llevo en mi corazón
Por Lucero Cabrera, Latina ávida aficionada del Gran Cañón.
La primera vez que visité el Gran Cañón fue en el 2000, dos años después de haber llegado a Phoenix desde el estado de Colima en México, donde nací y me críe.
Aún recuerdo claramente el momento en el que vi por primera vez esa maravilla natural del mundo. Es difícil describir en palabras los sentimientos que afloraron en mí en ese primer encuentro. Me enamoré de su inmensidad y de la majestuosidad de sus cañones.
Aunque quede prendada de su belleza, no me imaginé en ese momento que algún día yo iba a adentrarme a él y que el Gran Cañón se convertiría en mi refugio, mi hogar y el lugar que me llena de una felicidad profunda.
Me encantan las montañas y siempre he hecho senderismo en diferentes cerros de Phoenix, pero nunca pensé que podía hacer senderismo en el Gran Cañón hasta que un grupo de amigos me invitó a hacer la famosa ruta de 18 millas en el South Rim que comienza por el sendero South Kaibab, bajando hasta el histórico Phantom Ranch en el fondo del Gran Cañón y subiendo por el sendero Bright Angel, en un mismo día. ¡Por supuesto que dije que sí!
Fue una travesía dura y mágica al mismo tiempo. La experiencia me dejó agotada, pero con ganas de volver y explorar más el Gran Cañón. Ese fue solo el comienzo de lo que hasta el día de hoy es mi gran pasión.
Bajar al fondo del Gran Cañón fue increíble y con frecuencia hago esa misma ruta al punto que ya he perdido la cuenta de cuantas veces he bajado al Río Colorado.
Sin embargo, confieso que mi aventura preferida en el Gran Cañón es atravesarlo del lado norte al sur, también conocido como el Rim-to-Rim que son aproximadamente unas 26 millas con un desvio a una catarata. Cada vez que hago esa ruta, hago una parada en Ribbon Falls, una cascada hermosísima que te deja sin palabras no solo la primera vez que la vez, sino cada vez que la visitas.
He hecho el Rim-to-Rim siete veces y no me canso de hacerlo porque, aunque es la misma ruta, cada experiencia es diferente y el Gran Cañón siempre me muestra algo nuevo cada vez que lo exploro.
Diferentes senderos dentro del Gran Cañón revelan paisajes variados y todos son espectaculares. Son paisajes que se quedan marcados en tu corazón y que llevas siempre contigo. Aunque le tomes fotos, la realidad es que ninguna imagen le hacen justicia. Su belleza es difícil explicar en palabras o capturar en una fotografía o un video. Eso es algo que solo se puede entender cuando lo vives o lo ves con tus propios ojos.
Además de permitirme conectarme con la naturaleza y conmigo misma, el Gran Cañón me ha permitido conectarme con otros Latinos que aman este lugar al igual que yo y con quienes constantemente hago aventuras en grupo liderizado por Joshua Lobo, a quien queremos como amigo, y admiramos y seguimos como nuestro entrenador de estas aventuras de alto rendimiento.
Hacer estas travesías de 18 millas, 24 millas y las 40 millas del icónico e histórico sendero Hermit Rest requieren entrenamiento, pero también determinación y amor por el Gran Cañón. Nuestro grupo al que llamamos “la manada” nos mantiene motivados y conectados como comunidad que ama y disfruta todo lo que este ícono de Arizona tiene que ofrecer.
Aunque tengo años haciendo senderismo allí y tengo más de dos décadas viviendo en Phoenix, no fue sino hasta recientemente que me enteré de los esfuerzos de la industria minera de extraer uranio en las tierras públicas en los alrededores del Parque Nacional del Gran Cañón, amenazando este paisaje único e irremplazable.
Es por eso que como Arizonense y senderista apoyo firmemente la designación del Monumento Nacional del Gran Cañón Baaj Nwaavjo I'tah Kukveni propuesta por las Tribus.
Hay muchas personas que amamos este lugar y que queremos que se mantenga intacto para futuras generaciones. Es hora de proteger al Gran Cañón permanentemente de una vez y por toda.